sábado, 3 de mayo de 2014

Idioteces varias.

Pensar porque la noche incita a ello, es una frase tan ridicula que espero que ni con ayuda de la gracia divina tenga que utilizarla. Pensar porque la música te incita es diferente. Y pensar porque hay música y de casualidad es de noche puede entenderse. El caso, es que la radio ha puesto lo que llamo yo como "La trilogía de las canciones desesperantes" es decir, Maldita Nerea, Efecto Mariposa y Alex Úbago. Que las canciones son de hace la tela, es decir, el sentimiento es de hace mucho tiempo, pero de repente ha resurgido de entre sus cenizas y se me ha presentado, me ha tentado y me ha arrastrado hasta aquel viejo sofá en el que lloré por última vez. Con esto quiero decir que no sé qué se piensa la gente de mí, pero como alguien piense que soy débil, que soy "muy gallito" o que soy idiota, es que no sabe quién soy.

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A veces hasta yo olvido lo que tuve que hacer. A veces hasta incluso no me reconozco a mí misma, y pienso que ese día no era más que otra persona que hoy no se reconoce. A veces, hablemos claro, pienso que soy tan distinta de la que fui que ahora no soy más que un cero a la izquierda comparada con ella.
Recordarme que os diga, que yo sí puedo decir que me han roto el corazón, yo sí puedo decir que empezé a olvidar cuando me rechazó, y no cuando empiezas a sobreentender que no te quiere. Es decir, yo tengo experiencia en rechazos. Tengo experiencia en ser rechazada y en rechazar, soy cruel, o sincera, aunque no por eso indolora, me enseñaron que la mejor forma de rechazar es siendo sincera, y por lo tanto cruel. Estuve sola. No lloré delante de nadie. No arrastré mi pena. Cambié, maduré y dejé de ver el mundo como si fuera una niña. Tenía catorce años y tenía la misma fortaleza que tengo ahora. No dejé que el rechazo me doliera más que lo suficiente. Joder, lo hice, y sigo aquí ¿vale? 
¿Crees que yo no sé lo que significaba ser feliz a causa de una persona? ¿Crees que quise ser tan independiente sin ninguna razón de peso? ¿Por qué cojones crees que empecé a escribir? ¡Nadie me ayudó, nadie, y yo no quería apoyarme en nadie! ¡Solo busqué la manera más racional y lógica de dejar que el dolor me abandonara! ¡Estuve sola! 
He sentido todo lo que tú sientes, he llorado todo lo que tú has llorado, he vivido con el amargo recuerdo de la traición, ¡Y no por ello he querido morirme!  ¿Crees que no pensé en que quitarme del medio sería mejor? ¿Crees que yo no quería meterme en mi mundo, huir para no tener que pasar por la verguenza  que pasé? ¡Pero pensé en mi propia estupidez! A veces la mejor manera de ayudarnos a nosotros mismos es ayudando a los demás. O al menos cree tanta dependencia a que necesitaran ayuda que si no la necesitaban me autodestruía para ayudar a alguien aunque solo fuera a mí misma.
Me duele que pienses que yo no te entiendo, pero ¿Qué ganaría diciendote que te entiendo? De esa forma solo te hundirías más en la pena. Necesitas que sean sinceros contigo, que no se dejen enternecer por tus lagrimas sino que te traten con igualdad. No necesitas que te abracen, necesitas que te dejen de abrazar para considerar que el contacto físico puede no importar, necesitas que te dejen de animar, para empezar a conocerte a tí misma y permitirte no estar triste. 
Yo estuve sola, y sola es la mejor manera de superarlo. A veces necesitarás a alguien que te dé aliento, o a alguien que te haga reír sin más, a veces necesitas una segunda opinión, pero creeme cuando te diga, que si empiezas  a depender de otra persona para que te saque del problema, cuando esa persona se vaya estarás doblemente sola.
Así que sí, sé perfectamente como te sientes. Y tú estás en mejor lugar que yo. A mí nadie me comprendia, cuadno más lo necesitaba. Y es porque sé perfectamente cómo te sientes que sé que pasará, y si te niegas a que pase te harás más daño que cualquier traición o engaño puedan llegar a doler. Tienes que superarlo, y no hay más.

domingo, 27 de abril de 2014

Dónde termina la paz.

El caso es que yo quería escribir. Y ahora no sé qué escribir, si el sueño que me ha estado atormentando durante estos dias, si la historia de mis abuelos o sobre cómo veo el mundo. No tengo idea. Así que lo que sea que escriba no es de fiar. Avisados están.

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He visto el mundo romperse en trozos. Y no me ha importado más que mi miserable corazón. ¿Por qué fui tan egoísta? ¿Por qué desenterré viejos recuerdos que sólo me hirieron más? ¿Por qué tengo ganas de huir? Porque, no sé si esto es una pregunta o no, tuve que volver.
 No son más mis ganas de esperanza las que remueven mi conciencia, no son más que mis deseos y anhelos los que me persiguen en sueños, aterrándome con sus susurros y sus culpas. Nunca expliqué por qué llamé Susurros del tiempo a este blog. Y creo que nunca encontraré la respuesta, simplemente la frase vino a mi cabeza, inexplicablemente. Decidí echar a volar muy temprano y caí estrepitosamente, no busqué más que metáforas y mi corazón respondió con onomatopeyas, sonidos de dolor, el sonido que hace un cuerpo al caer desde un balcón. El crack de los huesos, los suspiros de dolor, los gemidos de cansancio, los gritos de terror. Busqué en mi interior algo que removiera la tristeza, algo que me diera fuerza, algo que no me hiciera llorar, y escogí el odio. Era una sensación tan nueva, tan excitante y atrayante, tan renovadora y limpia que me aferré con mis dos manos y dejé que pasara el tiempo por mí, pero no pude. No pude ver el tiempo pasar y no reaccionar, no pude abandonarme, no pude desaparecer, fui frágil, auqneu algunos consideeren que hice lo que debía. No hice más que querer y querer odiar. El odio es lógico, a mí me resultó lógico, la venganza también es lógica, pero no son buenas compañeras. Te destruyen, y más cuando eres una persona alegre como yo. Fueron los primeros meses de dolor en toda mi vida. He pensado tanto tiempo en lo que significa querer a alguien que he perdido su verdadera definición. Basta.
-Basta.-Para-Dejame ayudarte-Dejate ayudar-Dejate querer-Dejate ir-Ayudame.
Llegaron los meses cálidos con su largo manto de piedras recalentadas y sus margaritas desnudas. Llegaron Julio y Agosto, con sus elegantes sombreros a saludar al tiempo que pasaba acelerado en busca de sombra. ¿Quién es el tiempo en realidad, sino la sombra de su propia sombra? En Invierno busca su manto porque está cansado del calor naranja, en Primavera busca la belleza en Verano el dolor del Sol y en Otoño la tranquilidad del viento. Busca y busca el conejo su madriguera, buscan los pájaros sus nidos y buscan los buitres presas muertas, busca el oso matar al lobo y busca el pez salvar sus crias. Todo el mundo busca algo y el Tiempo no era menos.

Adelina se levantaba por la mañana y pensaba que el Sol era su propio reflejo. Adelina era la estrella Polar, y giraba y giraba sin parar alrededor de su propio ego, atormentada (ojalá) del dolor de los que no sufren. Valiente fuego hacian sus manos, precioso canto el que entonaba su garganta, amables lazos los que ataba con Casiopea. ¡Quién si no era "Todo recto hasta el amanecer" que la Estrella Polar! Ella era frágil y no por ello débil. 

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Una cosa es el dolor a los catorce años. Es comprensible. Los complejos, el autocompadecerse, el dolor de un amor no correspondido, las hormonas y el cuerpo en desarrollo que no te gusta. Puede entenderse. Pero casi tenemos dieciseis. Ya no hay complejos que basten para hacerte daño. No puedes simplemente llorar todas las noches por algo que en realidad no significa nada. Se llama madurez, y a partir de los dieciseis tiene que existir. Hay que comprender que hay dolores mucho más fuertes que el amor no correspondido. Y sin embargo a veces cuesta tanto pensar en otra cosa, en otra cosa que no sean sus labios, o su delicado olor. Nadie te niega tu dolor, pero no puedes simplemente abandonarte al amor y olvidar todo lo demás. 
Y si no mirar, mirar al pasado. A los dieciseis ya había madres. Mujeres amas de casa con trabajo y bocas que alimentar. ¿Y nos osamos llamarnos maduras cuando lloramos por algo que no tenemos? 
Hemos evolucionado, la sociedad es mucho mejor ahora. La sociedad no es un asco por más que digas. La sociedad somos todos. Y la sociedad actual te "permite abortar" sin que se vea una verguenza. Te permite ser madre soltera y estuiar lo que quieras. Tal vez las cosas han empeorado por la crisis pero ahora es mucho más fácil estudiar que hace 50 años. Te permite la igualdad de género al menos en un gran porcentaje auqnue siga existiendo la desigualdad. Tenemos los mismos derechos que los hombres, y hay que seguir luchando pero la sociedad avanza. Somos de nuestro tiempo, y hay que honrar a las que no lo fueron. 
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miércoles, 9 de abril de 2014

Beacoup.

A veces sólo necesitas cambiar. Cambiar de esa forma drástica, esa que nos hace vestirnos de negro, teñirnos el pelo y ponernos pirsins. Y otras veces sólo necesitamos ser nosotros mismos. Tenía dieciseis años y acumulaba tintes en el cajón del baño, escondía las faldas cortas debajo de la cama, y el pirsin falso del labio siempre estaba en mi  bolsillo derecho del pantalón, preparado para que lo usara en caunto saliera de casa. No era rara, ni friki ni gótica ni marginada  ni social. Era la chica ddel quinto piso que vivía en el séptimo cielo de su imaginación. Con catorce años experimenté mi primer cambio, y no, no me refiero a que me creciera el pecho o que de repente mi cuerpo decidiera dejar atrás mi figura infantil, me refiero a aese tipo de cambios que hacen que todo en lo que crees, se detruya. En cierto sentido los catorse son los años más horribles (o al menos lo fueron para mí) pasas a la ESO, tu cuerpo empieza a cambiar, tus hormonas se revolucionan, te aburren las muñecas y el Nintendogs, y empiezas a buscar chicos. Chicos. El mundo y los chicos eran algo tan desconocido para mí que cada vez una persona del sexo contrario me hablaba no podía evitar ruborizarme. Así que a falta de experiencia, me enamoré del Don Juan de la clase. Es decir, del malote, del guapo, del orgulloso y el irresistiblemente cuerpo en desarrollo de un precioso chico moreno de ojos azules.
Así que sí, puedo decir que estuve enamorada del rompecorazones más cruel que jamás he conocido. Pero no importa ¿Verdad? Al fin y al cabo ya lo había superado, ahora era una chica de dieciseis años, concentrada en sus estudios, sus amigas y en sus libros. No hay más ciego que el que no quiere ver. Lo había superado, por supuesto que sí, no quedaba ni rastro de amor en su miedoso corazón. Pero cómo diría Elizabeth Bennet "Podría olvidar su orgullo si él no hubiera herido el mío propio"Así que no, Ginebra estaba herida en su orgullo, y la colisión con el mundo real fue tan fuerte que los miedos aprovecharon y se colaron dentro de su ser. El mundo se rió de ella, y ella no pudo por menos que decidir que no era chica de hombres.
Pero los chicos son chicos, y son como luciérnagas, (puñeteras hasta que encuentran la luz) y ella se rindió a los hombres. Y de neuvo la experiencia fue tan desastrosa que decidió que no era una mujer hecha para el matrimonio. Digamos sencillamente que su primer beso no fue de su agrado. No encontró nadad e romanticismo en un puñetero ático con vistas a Madrid, y no encontró nada atractivo en lenguas con sabor a mostaza. (Realmente asqueroso, os lo aseguro xddd).
Ginebra quería una buhardilla en la sierra, un gato con ojos amarillos, y una silla que se balanceara. Quería hacer fotos hermosas, y una organización de mujeres feministas. Ansiaba tener un jardín y una huerta, pero su sueldo de editora no le daría para tanto. Quería una biblioteca llena de clásicos y de cuentos infantiles, con muchisimas películas sobre detectives, y un cajón lleno de DVDs de Disney.

Pero la vida seguia. Y ella no quería defraudar a su familia. Ella era una niña buena, con buenos modales y un futuro esperanzador. Sus padres no querían que llevara un pirsin falso en el labio, ni querían que vistiera de negro. Pero lo que  más miedo le daba a Ginebra eran aquellas cosas que ocultaba para no defraudar a su familia.  ¿Qué pensarían sus tíos de su amor inconfesable? ¿Qué harían? ¡Qué verguenza! ¿Sabía su familia de sus gustos, de sus experiencias, de sus amistades, de su vida más de lo que ella contaba en casa? ¿A quién llamaba Ginebra mejor amiga, y a quien llamaba  amor?
Por su familia sería capaz de olvidar sus deseos de estar sola el resto de su vida, de no formar un matrimonio, de tener hijos. Pero en el  fondo no quería. Y era el miedo. El miedo a que la rompieran el corazón. El miedo a desencadenar una tormenta con su dolor. El miedo a tener mala suerte.

Era simplemente, miedo a amar.

domingo, 6 de abril de 2014

Chcę spać w twoich ramionach.

Busco ser sincera, auqnue eso es un poco imposible, también busco el boleto que me dé la lotería y por el momento no lo he encontrado. Os preguntaréis por qué quiero dinero. Poderoso Caballero es Don Dinero. ¿Y qué no se puede hacer con el dinero?.
No soy avariciosa, más bien soy la hormiga que ahorra. Pero sí quiero dinero, me gustaría tener dinero y la verdad es que no me importaría ir a un colegio de pijos ni hablar cinco idiomas ni tocar tres instrumentos con tal de tener el suficiente dinero para irme y no volver. ¿A dónde?  No importa. Sólo quiero encontrar mi hogar.
De repente empiezo aa comprender a esas personas (más bien personajes ficticios) que encuentran su hogar en una persona, y da igual estar en Cancún que en Paris, si estás con la persona que quieres. Y es verdad, da igual el lugar, las calles, los edificios, los bancos y parques, colegios y universidades, da igual todo si estás con la persona que te ama por las noches, que te hace el desayuno de vez en cuando, que te besa en los lugares más románticos sin que sepan a tópico, que te abraza y sientes su corazón y el tuyo latiendo a la misma vez, de esa manera desenfrenada y acelerada. Esto es cursi. Pero a la mierda lo que piensen los demás ¿Verdad? Es cursi y ya por ello me encanta.

Porque sí, porque echo de menos algoq ue nunca he tenido, porque quiero conocer las manías de otra persona, quiero contar sus lunares, y quiero saber sus gestos. Quiero ver parecidos con su madre, o incluso con un hijo, quiero vivir a través de sus ojos, quiero sentirme amada y amar y no esta forma inmadura y organizada sino de la manera en la que amas cuadno sabes que por fin has encontrado a tu alma gemela.
Alguien con quien hablar de Walking Dead, o El nombre del Viento a las 3 de la mañana, alguien a quien mecer en tus brazos caudno llore, alguien con quien viajar en coche y que no te dé verguenza quitarte los zapatos, alguien con quien hablar por telefono durante horas, y por qué no, alguien con quien enrollarse por las tardes en un colchón viejo. Alguien a quien besar y sepa a menta, alguien a quien conocer en todo el sentido de la palabras. "Alguien por quien llorar lo equivalente a un océano si te rompe el corazón"
Alguien a quien amar y que eso sea natural.
Alguien que no has encontrado en una página web de citas homos sino a alguien que siempre ves en el supermercado o en la sección de biología en la biblioteca.

Debe ser tanto libro romántico, o a lo mejor las esperanzas rotas que guardo, la vida en sí misma, o el amor en todo su significado, pero deseo encontrar una pareja. Pero no ahora.  Dentro de unos años. En otro país, sin la presencia acusativa de Madrid, sin padres ni habitaciones que ya no son  hogares, sin nada más que yo, una maleta y un dibujo de unos labios.

Y con esto quiero decir que sí, que me iría fuera de España para perseguir el amor, que sería capaz de besar y no esperar que me besen, de ser feliz fuera de mis muros de miedos, de ser esa yo que soy los viernes. Sería capaz de ser lo que son mis protagonistas, sería capaz. Pero no aquí, no ahora. Necesito marcharme, mudarme de casa.

Necesito buscar mi hogar, y no importa si no está en Madrid, jamás me ha importado, al fin y al cabo necesito hacer mi vida. Y mi vida es el tiempo que gano amando.

La vida tiene una extraña manera de hacernos darnos cuenta de quienes somos realmente. Yo aún estoy buscando la mía.A veces soy la chica que no soportaría un matrimonio común y otras veces es lo que más me gusta porque es lo único que conozco. A veces soy la chica que rompe a llorar porque ha perdido algo que nunca tuvo y otras veces soy la que se impide a sí misma llorar para no oír sus jadeos y su tristeza. A veces soy la chica que desea coger el primer vuelo a Rusia y otras veces soy la chica que se quedaría una semana más en tierra para organizarlo todo y aprender el idioma. A veces soy la chica que quiere correr para huir y otras veces soy la chica que no soporta volver a entrar en Casa Campo. A veces soy la chica que mira a los grupos de chicos guapos con asco e indiferencia y otras veces la que busca una chica con ojos verdes y no la encuentra en ningún lado. A veces soy la chica que quiere una mejor amiga y otras la que quiere no tener amigas para ponerse un pirsin en el labio y teñirse le pelo de negro sin nadie que la critique. A veces soy yo misma y otras veces no sé quién soy. A veces pongo su cara de asco porque me encanta loq ue expresa y otras veces no me permito que me entristezca si ella me corta. A veces canto porque pienso que expreso mi vida de esa forma y otras veces me muerod los labios para no cantar porque creo que no sirvo para cantar. A veces pienso que únicamente tengo miedo de vivir y otras veces que soy demasiado libre como para vivir. A veces me enamoro de ella y me quedo vacía cuando ya no está y otras veces pienso que la soledad me hará ser mejor. A veces sólo me pierdo a mi misma y otras veces pierdo a los demás.

martes, 1 de abril de 2014

Por ser libre.

El caso es que estaba buscando una canción en youtube y me salió un anuncio de sujetadores. Eran sujetadores del Decathlon, y aunque esas dos palabras en la misma frase no pueden existir, creo, que a lo mejor pueden tener demasiada conexión. No nos desviemos del tema; en el anuncio salía la mujer haciendo todo tipo de piruetas en el aire (es extraño que los publicistas piensen dos cosas de los sujetadores, bien que son sexys o bien que realzan a la mujer como ser inteligente) y después una sensual voz en off anunciaba "Unos sujetadores deportivos que a la par que funcionales resaltan la belleza de tu pecho". Entonces y tras ver los 30 segundos que había durado el anuncio dije "Ah oye pues ya era hora" auqneu la verdad esque a mí ni me viene ni me va porque yo no practico el deporte, pero estoy tan harta de leer a mis protagonistas ficticias hacer deporte sin el uso adecuado del vestuario porque éste no era "sexy" (Aborrezco esa palabra, es demasiado fría). Sinceramente espero que el mundo se haya enterado de este progreso, y que todas podamos usar "Sujetadores deportivos sexys". Especialmente espero que Megan Maxwell, Rocío Carmona o Christina Lauren se hayan enterado de alguna forma. Y espero también que no pongan este anuncio en los carteles publicitarios de las carreteras, sólo por lo que pueda pasar.
Yo aquí venía a decir algo ñoño, muy de mi estilo, pero de repente se me han quitado las ganas. En realidad miento, sigo teniendo un nudo en el estómago y mi pulso es exageradamente acelerado pero supongo que lamentarse no me va mucho. (Soy tan patética que no me permito estar triste hasta que un día explote y cometa una locura) Darse cuenta de que tienes miedo de necesitar a alguien es un asco, para qué negarlo. Y me creo que no necesito a nadie, y a lo mejor no es que no necesite a alguien, tal vez sólo necesito saber que en mi vida hay alguien a quien poder llamar a las dos de la mañana para contarle lo mal que están las cosas. No alguien con quien llorar, o que me consuele (básicamente eso es imposible que yo llore delante de alguien, es más no lloro desde hace meses) sino alguien a quien abrazar sin tener que explicar por qué. Ni siquiera es por el cariño o por las muestars de afecto es sólo que a veces me veo rodeada de gente que aprecio pero que no permito que estén al cien por cien en mi vida. No es un sentimeinto de soledad tampoco, ni de ser social, alocada o amable, ni siquiera se trata de ser una buena samaritana, es un sentimiento de conexión. Ni siquiera es un valor. Conexión, unión, llámalo cóomo quieras (ensalada de pollo) algo que me haga vivir, que me haga tner ganas de estar triste porque sé que esa persona sin quererlo va a hacer que esté mejor. Tener una amiga de verdad. Y no es algo ficticio, es algo que existe.
Hace tres años era ella, a ver, es que era ella mi conexión. Y creo que lo sigue siendo actualmente.
¿Creeis que leería tantos libros románticos y de amistades si no supiera que existen esas sensaciones? Joder que lloraba cuadno ella lloraba, que antes de reír la miraba para primero ver su expresión de alegria. Ella era más importante que yo, en mi vida estaban ella, él y mi familia y luego mi interior. Por eso después de que me alejara de ella me sentí tan sola. Ni siquiera pude convivir conmigo misma, no sabía quién era.
¿Habéis leído sobre esas relaciones de mejores amigas, esas amistades idílicas y reales que superaban cualquier obstaculo? Eso éramos ella y yo. Y en cierto sentido la veo y me veo ahora y estoy orgullosa de haber tenido una amistad tan asombrosa con ella. Me conocía como la palma de su mano, y yo creía que la conocía, auqnue siempre me sorprendia.
Basta.
Me siento como una mierda, dejate de metáforas. La echo muchísimo de menos, y aunque la tenga a ami lado sé que no es igual que antes. En mi vida he querido a alguien tanto a alguien por simple voluntad. Me encantaba su forma de ser, su madurez, su manera de ser conmigo y sin mí, sus problemas y sus historias, sus alegrias y pequeñas verguenzas. Joder es insoportable. Es cómo si te arrancarán una parte de ti, sin anestesia, sin somníferos ni preparación. Y ves como se llevan la llave de tu libertad, de tu solidaridad, de tu amor y te dejaran con el candado. Ella abría todas mis cerraduras, ella me quería, y yo la quiero a ella, de forma incondicional.
No me permito estar triste. No me permito estar con alguien que no me haya conocido cuando aún érmaos mejores amigas. No me permito llorar, por la simple razón de saber que he estado mucho más trsite otras veces.  A veces confundo el dolor, con la necesidad, la melancolia con la nostalgia, las certezas con las verdades y las citas con los escritos.
Fue la última persona que se llevo de mí lo que es más mío, mi libertad.

Tiene gracia que haya empezado con la intención de hablar de una persona y terminar hablando de otra.Y fue por la simple y puñetera cuestión de mi primer recuerdo.
La desilusión de la esperanza rota. Lo mismo que sentí cuando ví que ya no podía ir al campamento. De que todo se había terminado, para volver a empezar.


(Siempre me haces llorar, estúpida, de esa forma escandalosa y a la vez silenciosa, de esa forma en que lo hacía cuando sabía que podría recuperarme a tu lado)
Y todo por quererte.

sábado, 29 de marzo de 2014

Nuestro.

Se llamaba Lucinda, y era experta en dietas de pérdida de peso. Un día con once años decidió que de mayor quería ser modelo y pronto el rumor se propago por todo el colegio. No tardaron en llegar las risas, los murmullos entre amigas cuando pasaba por los pasillos del colegio, dedos que la señalaban, se reían y decía cuan imposible sería esa travesía, ya que ella era algo rellenita. Así que insultada y herida en su orgullo decidió (por la fuerza de supervivencia) que de mayor quería ser doctora. Lucinda era una buena estudiante, sacaba una media de 9 en Biología, y un 8 y pico en Matemáticas, y sin embargo se le atragantaban las letras. O mejor dicho, no daba pie con bola en lo referente a Lengua y Literatura. Las frases sintácticas eran un mundo tan extraño y extravagante, donde las resultados nunca eran los mismos, donde cada palabra tenía una función, y donde cada conjunción, adverbio, y preposición bailaban sin orden aparente en las distintas oraciones a analizar. La literatura se le daba mejor, debido a que se aprendía las épocas y los autores de memoria y  no se paraba a pensar por qué Machado comparaba "Al olmo hendido por el rayo" con su enferma y delirante esposa, o por qué Charles Dickens escribía sobre niños obreros con vidas desgraciadas, desconocía la mayoría de los autores ingleses, y los poetas españoles eran un misterio para ella. Y sin embargo siempre sacaba 5, porque no se permitía a si misma suspender. Adoraba el mundo de los números, era un mundo tan previsible, tan escaso de sorpresas y cambios, tan lleno de seguridad.
Un día, a la edad de 15 años, se enamoró. No era raro, es más iba retrasada en temas de amor, pero ella no quería estar enamorada. No quería chicos provocativos, malotes, idiotas o ignorantes, ni siquiera le atraían los frikis o las ratas de biblioteca. Pero el destino es una peonza que arroja oportunidades e ideas locas como si fueran flechas, y a ella le tocó la flecha de Aron Prieto. Aron tenía 16 años y era su mejor amigo. O su único amigo. Tenía el pelo de un extraño color castaño que bien se podía confundir con el negro en los días de niebla, unos ojos simples y grandes de color verde esmeralda y unas orejas algo grandes. Escuchaba cantantes de rock que confundían el canto con los gritos de rabia, entre ellos Rammstein, Apocalyptica y Metallica. Andaba con un paso desgarbado, era delgado en lo extremo y siempre estaba retirándose el pelo de los ojos. De Lucinda poco se sabe más que toda su persona era castaña. Olía a castañas asadas, en el jardín de su casa tenía un castaño enorme, su pelo y sus ojos eran castaños puros y su colonia era una mezcla de vainilla, frambuesas y castañas. Aron y Lucinda eran mejores amigos desde que Lucinda se mudó de barrio y Aron se convirtió en su nuevo vecino, así que aprovechando la cercanía se hicieron compañeros de juegos  y jugaban debajo del castaño del jardín de la chica. Lucinda estaba segura de estar enamorada, o al menos tenía todos los síntomas que aparecen en las películas. Soltaba risitas nerviosas cuando él decía "Nosotros", se atragantaba cuando le decía que le gustaba su nueva camiseta de Green Day, lanzaba miradas rabiosas a todas las chicas que se le acercaban, su sangre llameaba cuando él le rozaba la mano sin quererlo, se quedaba embobada cada vez que hablaba con su distinguida pasión y fiereza, y temblaba cuando hacían planes juntos. No era más que un simple primer amor. A veces deseaba fervientemente declararse, deseaba pasear con él de la mano, besarle en cada esquina, llamarle a las dos de la mañana, fugarse con él a cualquier lugar, o simplemnte tocar y revolver su espeso cabello, abrazarle y apretar su cuerpo contra el suyo, susurrarle al oído hacerle cosquillas o comprarle una colonia de su olor favorito. Pero entonces sacudía su cabeza, como hacen los dibujos animados después de un golpe, y pensaba en lo estúpido de la situación. ¿Quién iba a quererla? Así que alargo su dependiente dolor de pecho con sus correspondientes lloros en mitad de la noche durante años. Y nunca hizo nada para solucionarlo.
Lucinda era ingenua. E inocente. Creo que esas dos palabras explican muy bien cómo era Lucinda. Soñaba con ser la protagonista de Anatomía de Grey, y todo lo que implica ser una doctora guapa con carácter y hombres hermosos a tu alrededor. Creía que el mundo era un pañuelo de segundas oportunidades, esperanzas y facilidades. No fue hasta que obtuvo su licenciatura, cuando se dio cuenta de lo que implica ser mayor. Tenía que buscar un piso y dejar el piso con Aron y su novia, tenía que encontrar trabajo, un marido, un hogar con supermercado y colegio cerca, y un gimnasio abierto las 24 horas del día.
Tenía que empezar su vida. Empezarla de verdad, sin amigos, ni profesores, ni padres ni campamentos de verano, sin prácticas o linternas para estudiar por la noche. Tenía que empezar a vivir su vida con 25 años. Entonces se vio sola.
Encontró un piso viejo y sucio en oferta en el centro de Barcelona, trabajaba de lunes a viernes en el gimnasio de su tía Julia como profesora de Yoga, compraba su ropa en los almacenes más baratos, y alquiló un coche en la empresa de un compañero de la Universidad. Tenía una vida tranquila, unos suelos llenos de bolas de pelo de gato, una habitación con posters de Simple Plan y postales de Paris, y una mesita llena de facturas. No encontró marido.
Aron se mudó a Zaragoza y estaba dentro de un proyecto de reciclaje de la ciudad, vivía con su novia Olivia, una veterinaria dos años menor con rastas por el pelo y un pirsin en la nariz.

 Estaba en mitad de su tercera década cuando encontró trabajo como dietista de jubilados con colesterol y esposas de empresarios cuarentones.  Cobraba el salario mínimo y escribió un libro de recetas llamado "30 recetas para mejorar tu vida". Comía helados de macadamia cada Viernes por la noche mientras que veía Sentido y Sensibilidad. Los sábados por la mañana salía a correr por los Jardins de Moragas y después se comía dos crusanes con mermelada en una pastelería de la plaza Sarriá. Conoció a Paco en una pagina de parejas de internet. Quedaron dos veces. La tercera vez que quedaron descubrió que Paco estaba casado y que tenía dos hijos. No le volvió a ver.

Lucinda tenía 38 años cuando Aron volvió a Barcelona. ¿La razón? A Olivia y él se les acabó el amor, "Ya no congeniamos en nada, ella quiere esparragos verdes para comer, y yo un filete de ternera, ella quiere viajar a Moscú y yo a Irlanda, a mi no me gustan sus padres y ella les mete en casa siempre que puede. Ahora quiere casarse, quiere tener hijos y un perro llamado Flufy." decía con pesar. Aron se quedó en su casa. Podría haber surgido el amor, Lucinda aún le quería, pero lo que había entre los dos no era más que una vaga relación de compañeros de piso. Aron estaba centrado en su proyecto de reciclaje y Lucinda en comer helado cada Viernes por la noche. Él quería pasear por Barcelona al atardecer y ella escribía su novela en el atardecer. Y sin embargo había cosas que les gustaban a los dos. Los martes iban al Teatro y veían cualquier obra,  después iban a un pub Irlandés y Aron tocaba la guitarra con su grupo "El ciudadano enfurecido". Aron recogía en su coche ecológico a Lucinda después del trabajo y después iban al Videoclub y alquilaban películas malas. En los días festivos iban a pasear al puerto marítimo, ella se llevaba su carpeta de apuntes para su nueva novela, y él su cámara Nikon y hacía fotos a las gaviotas. Aron hacía las chapuzas en casa y Lucinda se encargaba de comprar los productos de limpieza e higiene. Acudieron juntos a clases de vals para la boda de la hermana de Aron. No eran una pareja. No hacían el amor por las noches, ni se besaban en la cocina entre los fogones, no paseaban de la mano por el puerto marítimo, y sin embargo a ojos de cualquiera eran una pareja de mediana edad no muy cariñosos. A Lucinda le bastaba su compañía y sus pequeñas tradiciones. A las doce se apagaba la tele, la radio sólo se ponía para limpiar, el baño se limpiaba cada tres días, la colada la hacían los dos, el polvo lo limpiaba sólo Lucinda ya que Aron era alérgico, y Aron arreglaba el grifo del baño siempre que goteaba. A Aron le gustaba el café sin leche y sin azúcar y a Lucinda con tres cucharadas de azúcar y mucha leche, él prefería La guerra de las galaxias y ella El Señor de los Anillos, los martes se comía ensalada y pollo, él no traía a sus amantes a casa, y Lucinda no preguntaba por sus amores, él revelaba todas las fotos de gaviotas, y ella revelaba sólo las de la luna y el mar.
Su amistad y convivencia duró toda su vida. Aron murió primero. Dos años después ella. Les enterraron debajo del castaños, y aunque no estaban juntos la lápida de ámbos rezaba " la/el de al lado es mi amigo". Era su broma. Era.