jueves, 26 de septiembre de 2013

Melancolia.

Melancolia. Hay quien dice que existe y otros que aseguran no sentirla. Hay quien se averguenza de su pasado, y hay quien adoro de forma irrefutable esconderse entre los tejidos de sus recuerdos. No soy nadie para buscar un significado a una palabra tan antigua como la tierra. No soy nadie para nadie y siento la melancolía.
A veces suelo miararte, entre descansos, en los pasillos, en el tiempo libre pero sobretodod hay una zona donde siempre estamos sólo tu y yo. En mi cerebro. Atribuirle esto al corazón sería ser demasiado romántica, y sin embargo cuando mi cerebro te piensa es mi corazón quien da tumbos de alegría. ¿Quieres que te cuente todo lo que siento, sufro, y debato cuando te miro? ¿Quieres saber por qué soy más fuerte que hace dos días? ¿Quieres que te cuente las sonrisa que le dedico a la luna cuando em acuerdo de todo lo que vivimos? No me digas nada, ya sé la respuesta, no. No quieres. No me quieres. Y no me importa.
Anoche estaba escuchando al canción de La senda del tiempo de los Celtas Cortos, y sólo por un instante, por una milésima de segundo me senti viva. Viva porque lo estoy. Viva de felicidad. ¿Y sabes en qué pensaba? Sería bonito deci que en ti ¿Verdad? Bueno pues no discutiré ese asunto, es bonito sí. Pensaba en las fiestas de la recaudación de los campamentos. Pensaba en tres años consecutivos que te vi allí, pensaba en aquella yo de hace tiempo. Aquella yo que cuando te vio en la entrada creía que era un sueño, un reflejo malévolo, un espejismo idílico. Pensé en mis misma como una cámara que grababa mi expresión de pura y pasmosa felicidad. Pensé tantas cosas, que aún hoy me cuesta aclarar que sentimiento reinaba ante todos los demás. Me acuerdo incluso de lo que llevabas. Una camisa azul, unos vaqueros desgastados, una cara de aburrimiento, y un pelo perfectamente despeinado. Creo que venías de la comunión de tu prima, no sé si de la pequeña o ed la mayor, no consigo recordar tantas fechas. Yo llevaba mis viejas manoletinas negras, un vaquero de EDC, la camisa negra a rayas rojas y grises y la diadema negra con un lacito. Era sexto curso, y ya sabes lo que eso significa. El segundo año.
Yo estaba hablando con La amiga, cuando te vi, no sé que hizé, pero creo que le conté que se girará disimuladamente  porque detrás estaba el chico que me gustaba. Supongo que la palabra disimuladamente empieza a perder su sentido cuando está de por medio el interés. Ya no supongo nada, porque a partir de ese instante no pude olvidar ni una palabra que dijimos, y aún hoy recuerdo ese pasaje cómo uno de los más vergonzosos y felices de mi vida. El caso esque de una manera u otra, ella miró al chico y me dijó "Noelia ese es mi primo" Y yo bueno, ingenua de mí no me lo creí. Por supuestoq ue no me lo creía, pensaba que era una broma. Me seguí sin creermelo, aún y cuando ella me dijo que iría a hablar con él y le preguntaría si era su prima. Todos sabíamos que ella era una chica lanzada, y que eso no demostraba nada. Seguí sin creermelo aún cuando ella me dijo cómo se llamaba su hermana, a qué instituto iba y algunos rasgos de su cara Así que ni corta ni perezosa me dijo: "Ven que vamos a hablar con él" Fuimos las dos hasta él, Ella le tocó en el hombro y pronunció su nombre. Lo que veine a continuación, es una de mis numerosas metedeuras de patas, que me hacen sonreir cuando me acuerdo de aquella timidez y verguenza que tenía por aquella época. Se estaba girando cuando yo, me di la vuelta, y corrí. Puede parecer que me lo estoy inventando pero prometo que no. ¿Qué por qué corrí? No sé, tal vez por verguenza, tal vez de felicidad. o por miedo. Lo que si sé esque cuando terminé de correr estaba aa 200 metros de ellos, en la carretera, con los brazos extendidos y muriendome de la risa. Una risa cantarina y vivaz, una risa de felicidad. Y sí echo muchísimo de menos aquella risa. Millones de pensamientos pasaron por mi mente. Pensé en que este encuentro sólo lo podía ser el destino que nos unia. Pensé en lo idiota que había sido. Pensé en cómo hubiera sido su cara cuando observara que su prima y yo éramos mejores amigas y que él y yo estabamos en el mismo lugar un sabado por la noche. Así que arrepentida volví. Creo que seguian hablando, creo que me presente allí dije un tímido Hola y me fui. Luego me senté al lado de mis amigas y procedí a imaginarme que el destino nos había juntado, que estabamos destinados. Pensamiento que dos años después se volvería en mi contra e hizo que en todo lo que creía se desvanaciera.
El año siguiente volví a encontrarmelo, y el siguiente también. Me acuerdo de lo que llevabamos los dos, de las miradas que cruzamos y de los sentimientos que se acumulaban en mi interior, me acuerdo de todod ello, porque auqnue una vez prometí olvidarlos, no se pueden olvidar los mejores moemntos de tu vida.
Así que bueno, esta es la historia de cómo descubrí que el chico que me gustaba era el primo de una de mis mejores amigas. Creo que nunca la he contado a nadie, exceptuando las personas que estuvieron allí y lo presenciaron.
Todos nuestras historias han sido divertidas, llenas de fuego, de risas, de codazos de amigas y de sonrojezes.

Han pasado ¡Ya no me acuerdo ni de los años que han pasado! y debo decir algo que pensé que no diría nunca: Me sigues haciendo sentir lo mismo. Un constante mariposeo, felicidad.

Bueno no sé por qué os he contado esto, supongo que me guardareis el secreto. Ya sabeis porqu no pongo nombres. ¿Que aquien hablo? A nadie. Solo a las personas de mi pasado.

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