martes, 3 de septiembre de 2013

Con cuchillo en mano.

¿Qué es lo que me mueve a escribir? ¿Qué es una canción sino la inspiración de mi imaginación? ¿Qué se siente al volar por encima de los demás? ¿Cómo puedes vivir contigo mismo después del daño que me hiciste? ¿Sería más fáci verte al lado mía, en un pupitre? ¿Te pondrás tu camiseta negra de siempre? ¿Me pondre yo el dolor como vestido?
¿Puedes observar el fuego con los ojos llorosos? ¿Podrias decirle al viento que acariciara mi pelo, al entrar por la puerta? ¿Podrías ser más mundano, para echarte de mi vida? ¿Podías dejar que te creciera el pelo, y con él el rugido de un león? ¿Podrías dejarme sola, un instante en mi cabeza? ¿Podrías susurrarme en inglés unas cuantas palabras? ¿Podrías dejar en paz tu don y hablarme como una persona normal? ¿Podrías enseñarme a leer cómo lees tú, de esa forma desinteresada, provocativa, apoyando el libro sobre la mesa cómo si la imaginación fuera solo una continuación de tu ser? ¿Me dejarías escuchar tu voz mientras me cuentas nuestra historia?

Hoy he leído una de esas historias que hacen que se te pare el corazón. Que hacen que la rabia contenida en la comparación con tu vida te dejen vacía y consciente de la soledad de un par de alas rotas.
Hoy no sé por quién escribo, no sé para qué escribo, si es para olvidar o para refugiarme en el sendero de tinta que han dejado tus huellas. Ya no sé nada, porque me enfurece todo y sin embargo o me llena. Siempre quise contener la rabia en un cáliz de oro en el fondo del pozo que es mi alma, siempre quise ser dulce y no preocupar a los mundanos. Y en cierto modo si conseguí reservar su contenido, pero a veces gotea pidiendo venganza, o tal vez solo quiere que le alimente más.

No podría describir la hermosura de aquella noche, ni la belleza de los rayos de la luna en el mar, ni el movimiento de éstos cómo si bailaran un dulce y lento baile. No podría explicar de qué color era el valle, sino el color de la noche mezlada con el almento del día. No podría escribir el sonido de las olas, o de las cigarras llorando su calor, o de los susurros cálidos de las piedras. No podría, y sin embrago lo he intentado. Y no me gusta el resultado. ¿Os debo de explicar también cómo era caminar a su lado? ¿Os debería explicar también el cotinuo tornado de sucesos imposibles que se me pasaban por la mente? ¿Realmente os debo algo? No creo, sólo imaginaos cómo sería y lo encontraréis a vuestra manera, perfecto. No hubo palabras entre nosotros, él sólo andaba a mi lado, y yo sólo andaba a su lado. No me ruborizé, él no pestañeo de impaciencia, pero decir eso sería mentir. No hubo reclamos que justificarán por qué me había hecho tanto daño. No pregunté nada del amor que parecía gobernarle el alma para atenderme unos instantes, dejando a su familia en una solariega y perfecta casa de cuento de hadas. No pregunté nada, tal vez por cobardía o tal vez por qué la respuesta podría ser "Olvida el pasado". Pero yo no quería olvidar el pasado ¿Cómo hacerlo cuando aún tenía pesadillas que me mataban de dolor al no tenerle? ¿Cómo podría seguir viviendo en un futuro donde él y yo no éramos más que desencadenadas almas perdidas en un mundo injusto? ¿Cómo podría olvidar el pasado si aún resonaban en mi cabeza las palabras que tanto me hicieron daño "Me quieres ¿Sí o no? No" Pero pude hacerle, continue sobreviviendo a duras penas, pues no es fácil cuidar de ti misma y de su hijo con un corazón roto.-
"No dijimos nada y sin embargo, me bastaba mirar




a sus ojos para saber su respuesta. Nunca me querría, y si algún día llegaba a hacerlo, no me querría de la forma que yo lo hacía."

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